Bueno pues el fin de semana pasado (7-8 mayo)
comenzó mi 16ª temporada en activo en la localidad madrileña de El Molar.
Tenía por delante un fin de semana muy bonito y
completo puesto que el sábado toreaba con Aarón Rodríguez en su debut de luces
con la Escuela Taurina José Cubero “Yiyo” (nuevo nombre a la antigua Marcial
Lalanda) y el domingo con Carlos Ochoa en una de sus últimas actuaciones como
novillero sin caballos antes de su próximo debut el 5 de junio en Captieux con
los del castoreño.
Hay una gran diferencia entre las novilladas sin
caballos y las corridas de toros, como me dijo un día el maestro José Luis Bote
“has pasado de jugar la Champions a jugar en liga doméstica”, pero sí que hay
bastantes cosas que me gusta de estos festejos como por ejemplo esa ilusión de
los que empiezan, las ganas de querer ser alguien en este mundo tan difícil,
ver a jóvenes que se les atisban condiciones para el día de mañana poder
funcionar en el circuito de los “mayores”, poder compartir momentos y vivencias
con figuras del toreo como “Joselito”, “El Fundi” o José Luis Bote, ver esa evolución novillada a novillada que
van adquiriendo los chavales, y sobre todo poder compartir con cada uno de
ellos momentos importantes no solo en sus carreras sino también en sus vidas.
Volviendo al fin de semana no fue todo lo bueno que
se esperaba ya que el tiempo no ayudó en absoluto, pero os cuento más o menos
como fue todo.
El viernes deje todo el papeleo y vestidos
preparados para ambas novilladas y así el día de cada festejo solo tener que
preocuparme de algún imprevisto que pueda surgir en el momento.
El sábado por la
mañana me reuní con un banderillero como siempre suelo hacer, para ir a ver el
encierro y posteriormente enlotar y sortear la novillada.
En esta ocasión Oscar
Domínguez, no solo compañero mío muchos años sino también amigo puesto que su trayectoria
ha ido ligada a la de mi hermano Rafael ya que le ha acompañado en su cuadrilla
desde sin caballos hasta la actualidad. En el sorteo los que se encargan de
enlotar y sortear la novillada son los banderilleros, mi función consiste en
dar a la autoridad los datos de toda mi cuadrilla y del matador, así como
entregar a la empresa los boletines de la seguridad social y que ellos me
entreguen los pases de callejón para la novillada tanto para mí, como para los
profesores de la Escuela.
Con todo esto arreglado y nuestro lote en mi carpeta
(siempre me gusta guardar el papelito de nuestro lote en mi carpeta hasta que
finaliza el festejo) nos fuimos a comer y aprovechando que los otros dos
novilleros del cartel eran de “nuestra” escuela comimos juntos todas las
cuadrillas.
Parecía que iba a respetar el tiempo y una vez con
el torero vestido y todo preparado nos fuimos para la plaza. La sorpresa vino
cuando empezando la faena de muleta Ángel Téllez al primer novillo de la tarde comenzó
a llover de una manera totalmente descontrolada y el ruedo se convirtió en una
autentica piscina. Una vez acabada la lidia de este primer novillo los
novilleros se reunieron y decidieron tirar palante con la novillada (gesto que
les honra y demuestra sus ganas de torear y sobreponerse a las adversidades)
acabando la tarde con un éxito de los toreros, de una nueva ganadería (San
Isidro) que hizo su debut y está dando sus primeros pasos y sobre todo de un
pueblo que demostró con su aguante a pesar de la lluvia que hay afición y
motivos para seguir luchando por este mundo.
Una vez todo recogido y con los deberes del sábado hechos
nos fuimos a casa para descansar ya que el domingo volvía a El Molar aunque las
previsiones del tiempo no eran nada favorables.
La rutina a seguir fue la misma que el día anterior
pero en esta ocasión el banderillero que me acompañaba era Luis Miguel Ortega,
y teníamos otro acompañante que no queríamos…el mal tiempo. El primer topetazo
que nos encontramos fue al llegar a la plaza de toros ya que el suelo estaba
embarrado y encharcado por lo que las autoridades decidieron suspender el
encierro ya que corría peligro la integridad física no solo de los corredores
sino también de los animales.
Una vez comidos y un poco antes de la hora marcada
para el comienzo del festejo representantes de cada matador y cuadrillas se
reunieron para valorar el estado del ruedo y este no dejaba lugar a dudas, la novillada
debía ser aplazada porque no dejó de llover en todo el día y el estado del
ruedo durante esas horas fue empeorando.
Así nos fuimos a casa con esa sensación agridulce de
no poder torear en un sitio que el día anterior fue todo bueno, pero con la alegría
que en una semana nos veríamos de nuevo ya que la novillada quedó aplazada para
el 14 de mayo.
Cartel sabado 14 mayo El Molar
Buen viaje y suerte. Simón Rodríguez