Tenía una ventaja, el año antes de mi debut en
Aranjuez allá por el 2001, acompañe a Rafael de Julia la mitad de agosto y
septiembre para adaptarme a todo ello con lo cual para cuando empezara lo bueno
estaría preparado.
Llegaba el 2001 y mi debut (como ayuda de mozo de
espadas) en Aranjuez fué un sueño, cartel muy rematado (Abellán, Morante y
Rafael de Julia) y una plaza increíble. Ese día fué mas de nervios que de
disfrutar por mi parte pero lo recuerdo con especial cariño, por lo que
significaba para mí y porque era el primer cartel que mi hermano compartía con
las figuras del momento.
Amaneció un día bueno en Madrid y monté en la furgoneta de cuadrillas por primera vez para no bajarme más hasta la fecha. Pase de jugar con mis amigos en la plaza de mi pueblo sin preocupaciones a formar parte de una cuadrilla de un matador de toros que estaba en las ferias, de compartir mi tiempo con amigos de 15-16 años a convivir con hombres de los cuales el más joven no bajaba de la treintena, de dormir todas las noches en mi cama a dormir en hoteles a cientos de kms o incluso en carretera en largos viajes nocturnos, en definitiva pasé de niño a hombre de la noche a la mañana.
Ese primer año lo recuerdo con especial cariño, era
el pequeño de la cuadrilla (hoy en día
cuando coincidimos aún me lo recuerdan) y todos me trataban con gran afecto,
ayudaban en lo que podían y me aconsejaban en todo. Yo era bastante callado por
aquella época y me daba mucho respeto todo, por eso nunca solía entrar en conversaciones de ellos, prefería escuchar y aprender.
De ese año no tengo todos los recuerdos que me
gustaría, pero si algunos que no se me borrarán jamás, como compartir cartel
con el maestro Espartaco en Illumbe, coincidir en el ascensor del hotel
Ercilla(uno de los mas taurinos) y poder saludar al maestro Niño de la Capea en
Bilbao, mi debut en Las Ventas en la feria de Otoño con dos toreros que siempre
he admirado como Finito de Córdoba y Manuel Caballero, torear en un mismo
cartel con el maestro Juli y poder hablar con él en el hotel, pero sobre todo
poder vivir y sentir en primera persona y desde dentro el éxito o tardes menos
afortunadas de un matador de toros…
Para mí son recuerdos que no se olvidarán y aunque
a mucha gente le parezca extraño o no lo vean como yo, tengo que decir que
gracias a esos momentos y muchos otros he crecido como persona y me siento muy
afortunado.
Ese primer año lo acabamos de la mejor forma
posible, puntuando en una plaza como Zaragoza pero de lo que me di cuenta
durante ese año es que había encontrado algo que me llenaba y de lo cual sigo disfrutando
hoy en día.
Como siempre digo…
Buen viaje y suerte. Simón Rodríguez